Si bien Anchorena es un barrio con una delimitación específica, la lógica de la movilidad urbana nos muestra cotidianamente como los vecinos construyen circuitos de desplazamiento para realizar las compras, el esparcimiento familiar y el establecimiento de relaciones sociales, donde la cercanía es utilizada como criterio rector.
La cercanía permite establecer entre otras cosas el grado de accesibilidad que los habitantes de una ciudad tienen al momento del ejercicio de sus derechos, el ejemplo más sencillo es el sistema de salud compuesto por distintas Unidades Sanitarias cuya función básica es eliminar la barrera de la lejanía (y los gastos que implican en tiempo y dinero) para hacer accesible el derecho a la salud a todos los ciudadanos.
Con el espacio público sucede algo similar. Es un clásico que cuando una persona va al médico a partir de determinada edad -por ejemplo- se le indica caminar 40 cuadras por día, cuando la edad sube y por circunstancias físicas el cumplimiento de esa meta se imposibilita y cambia a distancias mucho más cortas, lo mismo ocurre con la rehabilitación de una cadera o accidente. La indicación de caminata saludable sigue estando, pero no puede cumplirse porque las distancias hacia los lugares donde realizar la actividad se constituyen en un obstáculo.
En otros barrios la existencia de plazas permite que las personas de la tercera edad o aquellos que tienen dificultades físicas den “la vuelta a la manzana”, teniendo a su vez lugares para sentarse y descansar que también sirve de excusa para cuando hay buen tiempo sentarse a tomar unos mates con otras personas del barrio… algunos lectores recordaran el sketch del viejo programa televisivo “la Tuerca” donde cada semana un grupo de jubilados sentados en el banco de la plaza comentaban sobre distintas cosas que les sucedían.
En nuestro caso haremos referencia a la posibilidad de utilización del Espacio Público, fundamental para los distintos grupos sociales y etarios. Para un adulto normal ubicado en el centro geográfico de Anchorena, desplazarse entre 10 o 15 cuadras para ir a una plaza no suele tener demasiados inconvenientes excepto los minutos de caminata. Distinto es cuando hablamos de Adultos Mayores que de por sí tienen dificultades de desplazamiento o de niños menores de 5 años donde para las familias el acceso al espacio público no puede realizarse sin tomarse el colectivo o disponer de un vehículo para trasladarse hacia el destino elegido para el esparcimiento (donde normalmente es muy complicado hallar estacionamiento)




Una Gestión Urbana que ignora la Primera Infancia y los Adultos Mayores
Más allá de que la Organización Mundial de la Salud haya propuesto como objetivo prioritario 2021 – 2030 como meta el “envejecimiento saludable”, si algo caracteriza a nuestra ciudad es la hostilidad cada vez mayor hacia las personas de la tercera edad que terminan expulsadas de facto de los espacios públicos. Lo mismo sucede con la primera infancia (1 – 5 años), siempre con dificultades para los desplazamientos a lugares de esparcimiento … cualquiera que haya sido padre sabe que ir con un niño/a de 2 o 3 años para usar un tobogán o una hamaca no es algo tan sencillo cuando la distancia es importante.
La “Secretaría de Gestión Urbana” encargada del diseño de políticas sustentables y de los espacios públicos, plazas y parques, pareciera estar más preocupada en la colocación de macetas – obstáculo y la construcción de semipeatonales – que según la ordenanza 19793 le permite al Municipio el cobro de un canon (dinero) – para que el espacio público ampliado se privatice, convirtiéndose en una ampliación de los comercios reduciendo en la práctica los espacios de circulación y obligando a quien se sienta en las mesas y sillas a pagar al menos un agua mineral o café… si no consume no se puede sentar… Con 1,5 metros legales de “paso peatonal”(según dicha ordenanza) en la vereda o peatonal, el transeute adulto mayor o la madre con su cochecito con el bebe tienen que tener sumo cuidado en no chocarse un mozo, que alguien se levante de la silla y lo atropelle y otro tipo de accidentes que solo son posibles por la ampliación de dichos negocios a las veredas y peatonales… pruebe circular con un bastón, o andador en ese 1,50 con gente que lo apura de atrás, que viene de frente, el mozo, y los que se paran en el camino buscando mesa y sillas para consumir. No es casual que nuestros abuelos hayan dejado de circular por los espacios públicos, sería interesante que las autoridades lean la Ley 27350 sobre adultos mayores para que nuestra ciudad sea realmente inclusiva destinando espacios específicos y de cercanía para el ejercicio de los derechos.
En Bahía Blanca no existe un diseño de espacios públicos que incluya al 15,9 % de la población que son los adultos mayores (censo 2021) los menores de 5 años (4,4 % de la población según el censo 2021) terminando gran parte de ellos encerrados en sus casas con la familia porque desplazarse a un espacio público cercano en condiciones se convierte en un gran problema, y las casas actuales ya no cuentan con los amplios patios de antaño. Si se suman ambos porcentajes poblacionales, Bahía Blanca es una ciudad hostil para el 20,3 % de sus habitantes que supera por mucho a la cantidad de ciclistas para quienes cada vez se construyen mayor cantidad de ciclovías.
Debemos considerar que los espacios públicos deben ser pensados para las distintas edades, en nuestro caso, tener 6 cuadras de Boulevard con una mesa y tres bancos alrededor no parece que incluya a nadie, cuando potencialmente nos brinda la posibilidad de un diseño saludable para la tercera edad y con pequeños espacios destinados a la primera infancia… tenemos el espacio, queremos proyectar sobre él por eso necesitamos que acerquen ideas, y de esa manera presentar un proyecto al Municipio para que Anchorena sea un barrio realmente inclusivo